Existen multitud de factores que influyen en la mayor o
menor facilidad del individuo para engordar o adelgazar. Sin embargo, vamos a
centrarnos en aquellos que nos parecen más determinantes.
Factores genéticos: pues
es indudable que genéticamente existen personas con mayor tendencia a la
obesidad que otras. No existe “un gen de grasa” específicamente hablando,
aunque estadísticamente está demostrado
que un alto porcentaje de obesos lo es porque uno o sus dos progenitores (especialmente
la madre) también lo era. Esto se debe a que el cuerpo de la mujer tiene de ya
de por sí, constitucionalmente, un porcentaje mayor de grasa que el del hombre.
Además durante la fase premenstrual el cuerpo femenino produce una hormona (la
progesterona) que produce mayor sensación de hambre.
Factores psicológicos:
Unos padres obsesionados por la alimentación o tremendamente ansiosos ante el
llanto de su bebe pueden estar fomentando un futuro obeso ya que, de alguna
manera, pueden estar alterando la función de termostato del hipotálamo,
encargada de regular las sensaciones de hambre y apetito en el individuo.
Estrés: El estrés
desequilibra a nuestro organismo desarrollando la segregación de un exceso de
adrenalina que provoca una bajada en el nivel de insulina en la sangre y
haciendo que el cuerpo demande una mayor cantidad de alimentos azucarados
(calorías rápidas) que fomentan la obesidad.
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